La Organización Mundial de la Salud (la OMS) estima que 1,24 millones de personas al año mueren en las carreteras del mundo. Siendo totalmente sinceros, detrás de esa cifra hay muchos hábitos de conducción que resultan peligrosos. No vale la pena arriesgarse a perder la vida o tener un grave accidente por mandar un mensaje de texto, llegar medio minuto antes o no parar ni para ir al baño.
Los hábitos de conducción peligrosos, sin embargo, son mucho más comunes entre los conductores de lo que realmente queremos reconocerlo. He aquí siete hábitos de conducción, por qué son peligrosos y lo que podemos hacer para no repetirlos y hacer de la carretera un lugar más seguro.
La distracción es un peligro
Con la importancia que tiene el teléfono móvil en nuestras vidas y el auge de las mensajerías instantáneas (SMS, WhatsApp, Kik, etc), así como del entretenimiento y las redes sociales en nuestros móviles, el automovilista está cada vez más sujeto a posibles distracciones. Y éstas se añaden a las distracciones habituales, como estar pendiente de la lata de refresco, vaso de café o simplemente comer de la bolsa de patatas fritas en los viajes largos.
Para todo el tema de comunicaciones, los fabricantes de automóviles proponen soluciones de conectividad más o menos completas y en caso de que no dispongan de ello, existen sistemas de manos libres disponibles en todas las grandes tiendas de electrónica de consumo. Aún así, no deberíamos atender a los mensajes de texto, actualizaciones de Facebook y demás redes sociales mientras conducimos. Tampoco se va acabar el mundo porque no le demos a un “me gusta” en Facebook. Y para la música, basta con crear listas de reproducción en el dispositivo móvil antes de salir de casa.
No usar los intermitentes
Puedes pensar que no es necesario indicar todos los giros en los cruces o los cambios de carril, pero en realidad basta con no hacerlo una vez para que haya un riesgo de accidente. Es importante en carretera, pero también en las ciudades, donde abundan las motos. Los motoristas también, sino más, deben saber cuales son nuestras intenciones, por ejemplo si vas a cambiar de carril. De hecho, el intermitente es la única forma de comunicación que tenemos con los otros usuarios de la vía. Si lo usamos siempre, pronto se convertirá en un hábito natural.
No respetar las prioridades
Cuántos accidentes se podrían haber evitado si respetásemos las prioridades. Desde no pasar con el semáforo en ámbar hasta respetar las señales de stop o los ceda el paso en las incorporaciones en autovías y autopistas, respetar esas normas es crucial para circular con seguridad.
No respetar las distancias de seguridad
Pegarse al coche que nos precede es algo extremadamente peligroso. El automovilista que se pega al coche que lleva delante lo suele hacer por dos razones. Una de ellas, es su falta de percepción del peligro, es decir, no se da cuenta que en caso de frenada de emergencia no tendrá tiempo de reaccionar o cree -de forma equivocada- que sí tendrá tiempo cuando no es así. La otra razón es una conducción muy agresiva, es una forma de intimidación.
Nunca sobreestimes tus reflejos y las posibilidades de tu coche. Y si estás cabreado por lo que ha hecho el automovilista que va delante tuyo, relájate. Seguramente no sea nada personal y no se ha dado cuenta. Sé más persona que él y pasa.
Conducción temeraria
Cuando combinas no respetar las distancias de seguridad, un descarado exceso de velocidad para el tipo de vía (ya ni siquiera desde un punto de vista legal sino de pura física) y un cierto desprecio por las normas básicas de circulación, te estás poniendo en peligro. Y lo que es más grave, pones en peligro a los demás usuarios.
Dejar de cambiar de carril constantemente porque crees que en el otro se circula más rápido y de forma general dejar de conducir como si fuese una competición requiere un cambio de actitud muy importante en tu vida. Y si tienes prisa, la mejor solución es salir antes. Recuerda que no estás solo en la carretera.
Conducir cansado o bajo la influencia de alguna sustancia
Los peligros de conducir ebrio o bajo la influencia de alguna droga están muy bien documentados, así como sus consecuencias en caso de accidente o si das positivo en un control de la policía. Sin embargo, sigue ocurriendo con demasiada frecuencia. A estas alturas ya no es necesario recordarte que es una de las actitudes más peligrosas que se pueda tener al volante.
Sin embargo, pocos saben o se dan cuenta que conducir cansados tiene las mismas consecuencias y es tan peligroso como conducir ebrio. Los reflejos son más lentos, la visión empeora. Y si persistes y te duermes, no podrás hacer nada para evitar el accidente; cuando te des cuenta ya será demasiado tarde. Si estás cansado, para y descansa. Puede que llegues un poco más tarde, pero al menos llegarás.
No tener en cuenta las condiciones climatológicas
Los limites de velocidad genéricos son válidos cuando hay tiempo seco. Un clima adverso puede alterar notablemente el comportamiento de nuestro coche y la visibilidad. Si llueve a cántaros y llegas a una curva cerrada, con el firme visiblemente inundado, aunque el límite sea de 50 km/h, es probable que te salgas de la carretera a 40 km/h. Del mismo modo, si cae granizo, aunque respetes el límite de 120 km/h en autopista tendrás un accidente a esa velocidad.
Son solo dos ejemplos, pero debemos tener en cuenta la climatología cuando circulamos. En los casos extremos, granizada o fuerte tormenta, es mejor reducir la velocidad y parar en un área de descanso a esperar a que pase.
Romper con estos peligrosos hábitos de conducción solo depende de uno mismo. Si lo conseguimos, haremos de la carretera un lugar más seguro.
Fuente:www.circulaseguro.com