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Las consecuencias psicológicas del paro: consejos y ayuda

El desempleo y sus consecuencias psicológicas es un tema con el que nos encontramos ahora cada vez con más frecuencia. Dramas que comienzan con el impago de deudas, de hipotecas de la vivienda donde se vive, de esa casa que ha costado tanto esfuerzo ir comprando, sino también dificultades no sólo para realizar actividades más o menos habituales , sino también para satisfacer necesidades básicas. Aunque también no sólo se trabaja para ganarse la vida, sino para lograr el desarrollo personal. Por este motivo, desde la vertiente psicológica, perder el empleo resulta demoledor, incluso aunque los recursos económicos estén asegurados. Los servicios de empleo de los países de la OCDE deberían trabajar de forma muy intensa en esta línea. Ya hay gente que ayuda y mucho en los Servicios de Empleo de las Comunidades Autónomas (@yoriento), por ejemplo es una buena página para obtener información), pero el esfuerzo debe continuar y multiplicarse en estos años, y todas las políticas activas de empleo deben ir también integradas en esta estrategia.

Hay varias cuestiones que una persona parada va viviendo a lo largo de este tiempo en el que se encuentra desempleado que lo puede llevar a arrinconarse y no trabajar para encontrar trabajo: Una indefensión aprendida.

Síndrome de la invisibilidad

El primer gran impacto del desempleo es el padecimiento del llamado «síndrome de la invisibilidad». Cuando una persona es víctima de este síndrome, siente que «no le ven». Es como si una nube de cristal te hubiera envuelto y no pudieras ser visto por los agentes, ni por las redes de gente que te puede dar una oportunidad. Es una vivencia interior muy paralizante. «En esta sociedad, a pesar de la crisis, sólo cuenta la productividad, el parecer o el tener». Los parados vagan por las calles, donde observan cómo los cines, los escaparates, los restaurantes, los cafés o las oficinas funcionan, sin que ellos puedan consumir ni formar parte de ese engranaje productivo que constituye el mercado de trabajo.
El mundo sigue, pero cada vez hay más personas desempleadas y aquejadas por un profundo malestar psicológico, con una importante sensación de impotencia e indefensión, con el agravante de que muchas no se atreven a pedir ayuda por vergüenza o por orgullo.

El beneficio del trabajo

El trabajo es una fuente muy importante de bienestar psicológico y social, que se constata cuando se pierde.

Mientras se trabaja, son muchos quienes se lamentan de los horarios, el salario, las relaciones laborales o el estrés, entre otros factores. Pero el trabajo es una fuente muy importante de bienestar psicológico y social, que se constata cuando se pierde. »

es importante saber que obtener un empleo es una expectativa social y cultural adquirida desde la infancia y, desde entonces, continuamente reforzada a través de las influencias de la escuela, la familia y los medios de comunicación. Es un valor social. Empiezas a contar en el mundo cuando entras en la vida laboral. Cuando una persona logra formar parte del mundo laboral, accede a un nuevo estatus y a una nueva identidad social. El desempleo interrumpe ese proceso y se convierte en una sensación de derrota y fracaso.
El trabajo tiene unas funciones manifiestas, como percibir un salario y las condiciones mismas del empleo, que justifican en ocasiones que los trabajador@s experimenten sentimientos negativos hacia su ocupación. Pero también tiene unas funciones latentes que justifican todo lo contrario: una motivación positiva hacia el empleo, incluso aunque sus condiciones salariales y laborales no sean muy favorables.
Entre las funciones que se dan en el trabajo, casi de forma imperceptible, pero que estructuran nuestra vida laboral están :
  1. El empleo impone una estructura del tiempo, implica experiencias compartidas y contactos con personas ajenas al núcleo familiar,
  2. Vincula al individuo con metas y propósitos que rebasan la propia personalidad, que  la mayoría de las veces son compartidas.
  3. Proporciona un estatus social frente a los demás.
  4. Clarifica la identidad personal  en cuanto a lo que vas consiguiendo en él y lo que te permite hacer y crecer.
  5. Requiere de una actividad habitual y cotidiana. Puesto que no sólo se trabaja para ganarse la vida, sino también para el desarrollo personal, perder el empleo resulta destructivo desde la vertiente psicológica, incluso cuando se tenga una fuente de ingresos económicos asegurada. 

Desahogarse sí, pero el tiempo justo

Aunque en el instante de ser despedidos, y en los días siguientes, sólo se sienta tristeza, rabia y miedo a un futuro incierto, lo cierto es que no hay que abatirse. Cuando uno se queda sin trabajo, lo más normal es experimentar todos estos sentimientos negativos, y es bueno no reprimirlos y dejarlos salir, pero no más tiempo de lo necesario. A veces es frecuente ver como la gente se instala en ellos por más tiempo de lo deseable. Para ello, es conveniente seguir algunas recomendaciones que acortarán ese período de incertidumbre:
  • Conviene ser realista y reconocer las cosas tal y como son, no dramatizar y no ponerlas peor, exagerando lo ocurrido.
  • Es bueno desahogarse y hablar del tema, siempre y cuando se haga en términos constructivos y no se abuse de las quejas, porque éstas sólo lograrán que se caiga en un gran pesimismo.
  • Hay que asumir el despido como una situación de transición entre un trabajo y otro.
  • En positivo se debe pensar que si se ha desempeñado hasta ahora un trabajo con profesionalidad, ¿por qué no va a ser posible conseguirlo en otra empresa?
Estar preparados para lo que venga 
Es ya muy común : EREs, quiebras, fusiones, reorganizaciones, ajustes de plantilla o una mala relación con los jefes. Éstas son algunas causas comunes por las que se puede perder un puesto de trabajo. ¿Cómo hay que reaccionar cuando llega el despido?¿Se está preparado para afrontar este momento tan difícil? Perder el empleo es una de las peores situaciones a las que enfrentarse, pero los expertos recomiendan no enfocar con pesimismo esta coyuntura vital. Con una actitud positiva y planificando bien las finanzas es posible enfrentarse al problema sin perder la dignidad.
Aunque existan rumores de que la empresa atraviesa por problemas, lo cierto es que nadie piensa nunca que formará parte del grupo de afectados. Hasta que un día se recibe una llamada del departamento de Recursos Humanos o de su propio jefe y sueltan la fatídica frase: «la empresa tiene que prescindir de ti». Es entonces cuando se cae el mundo encima y no se sabe cómo reaccionar ni qué hacer. Los expertos opinan que, debido al actual panorama económico y para no llevarse sorpresas, todos deberíamos contemplar la pérdida del puesto de trabajo como una realidad que puede pasarle a cualquiera. Aseguran, además, que es necesario estar preparado para la llegada de esta noticia porque prácticamente ya no existen los empleos para toda la vida.

Debido al actual panorama económico, todos deberíamos contemplar la pérdida de trabajo como una realidad que puede sucederle a cualquiera

De cara a hacer frente a dicha situación, aportamos dos tipos de consejos. Los primeros son de tipo psicológico: no hay que venirse abajo para intentar conseguir cuanto antes un nuevo empleo. La segunda batería de consejos se refiere a las finanzas personales: es necesario planificar bien los gastos puesto que los ingresos, al menos en el corto plazo, se verán reducidos.

Ponernos mano a la obra 

Aunque resulte difícil encontrar la parte positiva de situaciones límite, como puede ser una crisis económica, cada persona y familia debe esforzarse por darle la vuelta a ese momento dramático motivado por una situación de desempleo, de impagos… Lo más importante es no perder o recuperar la situación de control que se ha perdido. De esta manera, aumentan las posibilidades de que la tensión se mitigue o desaparezca. Para ello es determinante mantener una actitud práctica y activa y apoyarse en las personas más allegadas, así como desarrollar actividades diarias en forma de obligaciones que sustituyan una jornada laboral. Es así como se evitará que la persona se encierre en sí misma, ya que la inactividad y el aislamiento sólo sirven para empeorar el estado de ánimo. No encerrarse en sí mism@.
Dado que a la mente le sienta bien tener objetivos que cumplir a diario, es fundamental programar una agenda que incluya diferentes actividades. Una opción es destinar más tiempo a lo que antes no se podía atender por estar demasiado ocupado, como los hijos y la familia en general, las amistades e, incluso, aquellas labores que puedan resultar placenteras, como el deporte o la lectura. También puede ser la oportunidad para realizar algún curso que permita reciclarse laboralmente y aprovechar el tiempo para encontrar un trabajo mejor del que se disponía.
De esta manera, la pérdida de lo material y económico puede abrir la puerta a lo humano. Es importante sentir que durante una situación difícil se está cerca de los demás y que se cuenta con su apoyo: se genera sentimiento de grupo y, por tanto, se hace más llevadero el problema. Además, es una forma de aumentar el nivel de energía con el que afrontar las dificultades a través de una mentalidad más positiva, alejada de sentimientos negativos.

Puntos clave para superar situaciones críticas:

  1. Aceptar la situación
  2. Centrarse en la situación personal
  3. Ser realista
  4. Pensar en un plan alternativo
  5. Posponer algunos proyectos
  6. Aumentar otros valores no económicos
Manos a la obra: Tu principal proyecto es buscar un nuevo empleo
Hay muchas opiniones acerca de que la persona que está en paro tiene menos oportunidades de buscar empleo y de tener éxito que una persona que está trabajando. Quizás porque se encuentra un motivo para ser minusvalorado en una entrevista de trabajo, pero la realidad de la crisis fuerza a las empresas a valorar otra posición de las personas que van buscando un empleo.

Entonces ¿Qué pasos se deben seguir entonces para encontrar un nuevo empleo? Las fuentes más habituales de búsqueda de empleo son los servicios de «headhunters» y consultorías de recursos humanos, así como los anuncios en prensa, revistas especializadas, Internet con los numerosos portales de empleo (Infojobs, por ejemplo) y bolsas de trabajo (cada vez menos frecuentes en las administraciones públicas). No obstante, los expertos dan además una serie de pistas para que esta búsqueda sea mucho más eficaz:
  • Recurrir a la red de contactos. Está demostrado que la vía más eficaz suele ser la de recurrir a la red de contactos. Se estima que entre el 65% y el 70% de los puestos de trabajo surgen a través del conocido como «networking» (recomendaciones de amigos, conocidos o antiguos colegas).Los llamados prescriptores son un elemento clave en la búsqueda. Generas confianza en función de quién te prescribe. Elige bien tu prescriptor/a.
  • Empresas de la competencia. También se puede explorar la posibilidad de encontrar trabajo en otras empresas del sector donde hasta ahora se había trabajado. Al tener conocimiento del mismo, se podrán ofrecer a otras compañías las habilidades en el trabajo concreto, directivas o la experiencia que se haya adquirido.
  • La eficacia de la carta de presentación. Es previa al currículum vitae y es más importante que el propio currículo. Debe ser innovadora y creativa. Es buena, además, para insertar información que no consta en el currículo. Algunos consejos de presentación es que debe escribirse en un papel blanco, escrita en ordenador, máximo una página, una sola idea de propuesta, no subestimarse ni lamentarse y solicitar en ella una entrevista personal. Otra herramienta cada vez más valorada es la inclusión de «cartas de referencia» de las empresas o jefes anteriores. Esto complementa muy bien nuestra propuesta. Una carta de presentación sencilla o las cartas de referencia de la antigua empresa son cada vez más valoradas por los empleadores
  • La pregunta clave que se le hace a un parado. Después de haber sido despedido, conviene encontrar respuestas para estas tres preguntas: «¿cuál es el motivo del despido?» (versión oficial), «¿qué se cree que realmente sucedió?» y «¿qué se le va a decir a la gente?» sobre todo a los potenciales entrevistadores cuando pregunten: «¿Por qué se encuentra usted en paro?». Es importante preparar una respuesta razonada y razonable a esta pregunta, y referirse al tema mediante comentarios positivos acerca de la antigua empresa e, incluso, de los anteriores jefes.Siempre hemos de hablar bien de nuestra antigua empresa.
  • ¿Se debe aceptar el primer empleo que se ofrezca? Es necesario estudiar convenientemente todos los pros y los contras del nuevo empleo. Hay controlar las decisiones que pueden tomarse apresuradamente, sobre todo en lo que se refiere a ofertas imprevistas. De hecho, hay muchas personas que aceptan la oferta, aunque en muchas ocasiones el salario sea inferior al de su anterior empresa. ¿La razón? Entienden que obtienen otras compensaciones como la proximidad, el buen ambiente laboral o el horario. Sobre todo, es importante pensar que se trata de un período de transición mientras se encuentra otro empleo mejor remunerado.
  • Cambio de carrera. Muchas personas aprovechan una situación de paro para replantearse su vida profesional y cambiar de carrera o actividad. Por ejemplo, alguien que ha trabajado durante toda su vida en el sector de seguros no tiene por qué buscar únicamente trabajo en una aseguradora, porque sus conocimientos le son útiles para otras muchas actividades: contabilidad, administración, etc. La mayoría de la gente se embarca en el proceso de cambio profesional con cierto grado de confusión y mucha incertidumbre sobre dónde acabará todo. Procedemos de muchos puntos de partida distintos, y seguimos muchas rutas diferentes.

La otra tarea inaplazable: La Planificación económica

Cuando una persona pierde el puesto de trabajo, durante un tiempo dejará de contar con ingresos, por lo que es necesario pararse a hacer cuentas y realizar una planificación de las finanzas siguiendo dos parámetros fundamentales: calcular el dinero con el que se cuenta para pasar los próximos meses, y analizar cuáles son los gastos habituales que se pueden reducir.
En cuanto a los ingresos, lo más habitual es contar de forma inmediata con dos tipos de ingresos. Primero, la indemnización que corresponde por despido y, en segundo lugar, la prestación por desempleo.
  • Indemnizaciones: El despido declarado improcedente es una de las causas de finalización de la relación laboral con indemnización más frecuente. En ocasiones, algunos empresarios deciden dar por terminada la relación laboral con un empleado argumentando que éste ha incurrido en un incumplimiento grave. Si no han quedado demostradas las causas, o no se observan las formalidades necesarias, se declara improcedente. Es entonces cuando la empresa puede optar por readmitir al trabajador o pagarle una indemnización.
    En este caso, si se alega y se prueba como causa de la indemnización un despido declarado improcedente disciplinario, corresponden 45 días de salario por año de servicio para un máximo de 42 mensualidades. Por ejemplo, si el 1 de junio de 1998 se firmó un contrato indefinido y el despido se ha producido el 10 de enero de 2008, se tiene una antigüedad de nueve años, siete meses y diez días. En el cómputo final, los diez días se toman como un mes entero. Así pues, a efectos de la indemnización serían nueve años y ocho meses. Para calcular el importe máximo que se podría recibir, se multiplica el salario mensual por el máximo de mensualidades.
  • Prestación social por desempleo: Si se pierde el trabajo por un despido declarado improcedente, se tendrá derecho a una prestación económica mensual o, lo que es lo mismo, a cobrar el paro. La cantidad que deberá cobrarse se calcula en función de las cotizaciones realizadas a la Seguridad Social por esta contingencia, y sobre la base reguladora correspondiente al promedio de los últimos 180 días de ocupación cotizada del trabajador. Durante los 180 primeros días de desempleo, se percibirá el 70% de la Base Reguladora y a partir del 181, el 60% de ésta.
    Con respecto a la duración de la prestación, ésta se calcula en función del período de ocupación cotizada durante los últimos seis años anteriores a la situación legal de desempleo con arreglo a la escala adjunta. En cuanto a las retenciones, a la cuantía de la prestación se le descontarán por una parte el importe del 65% de la cotización a la Seguridad Social a efectuar por el trabajador y, por otra, el importe de la retención a cuenta del IRPF.
El reajuste de nuestra economía: Pautas para reducir gastos
Después de un despido, además de buscar un nuevo empleo, hay que revisar y reorganizar las finanzas personales y familiares. Para ello, los expertos recomiendan algunas pautas que ayudarán a afrontar un revés laboral y, en definitiva, a gastar menos:
  • Hacer un estudio detallado y analizar los posibles gastos, para así amoldarse mejor a la nueva situación. Se puede hacer un gráfico o una tabla en la que figuren todos los ingresos y gastos mensuales que se producen en la economía familiar. Por ejemplo, en una hoja de papel (o en una hoja de cálculo Excel) se desglosan los costes fijos en dos columnas (alquiler, hipoteca, luz, agua…) y los gastos variables (sobre los que se tiene influencia directa: ropa, actividades de ocio, etc.) Se calcula la diferencia y el resultado es el margen financiero del que se dispone.
  • Dejar las vacaciones y grandes compras para mejores momentos. Si se quiere ahorrar, lógicamente no es el momento para realizar viajes demasiado costosos. Tampoco es el mejor momento para comprar el último modelo de coche, sino centrarse únicamente en aquellos gastos de primera necesidad.
  • Intentar alargar el plazo de la hipoteca. En momentos de carestía, muchas personas optan por vender la casa para cambiarse a otra más económica, en barrios donde el metro cuadrado es más barato. Pero si esta medida es demasiado drástica, se puede intentar negociar con el banco y optar por la posibilidad de alargar los plazos de pago de crédito hipotecario y así reducir las cuotas mensuales.
  • Seguros de Protección de Pagos. Otra posibilidad para hacer frente a los problemas económicos se basa en ser previsores y contratar seguros que garantizan el pago de las cuotas de un préstamo, en situaciones de pérdidas de ingreso como el desempleo. Son habituales para el pago de hipotecas, préstamos personales, tarjetas de crédito, compras a plazo, y en cualquier producto que exija un pago.

SI LA SITUACIÓN AFIXIA: UN PLAN FINANCIERO DE CHOQUE

Mientras se busca otro empleo y, para que la economía no se resienta demasiado, hay que pensar en todas las posibilidades de que se dispone para obtener ingresos. Algunas opciones son las siguientes:
  • Cambiar de casa. Si surge una buena oportunidad de venta, se puede contemplar la posibilidad de trasladarse a una casa más pequeña, o vivir en un barrio más económico.
  • Alquilar nuestra segunda vivienda. Si se dispone de una casa en la playa o en la sierra, se puede plantear alquilarla en los meses de vacaciones y así asegurarse los ingresos que tanta falta hacen.
  • Rentabilizar los ahorros. Si se ha sido previsor y se tienen algunos ahorros, ahora sumados a la indemnización correspondiente por haber sido despedidos, se les puede sacar alguna rentabilidad. En estos momentos no procede ser muy arriesgado, lo más seguro es abrir un depósito en algún banco. En algún banco por Internet ofrecen hasta un 4,5% desde el primer mes. Pero si se quiere arriesgar más, se puede dedicar parte del dinero a invertir en bolsa.
  • Buscar un sobresueldo. No hay que conformarse con ver pasar los días a la espera de que llamen para una entrevista de trabajo. Conviene mantenerse en plena actividad, y, mientras tanto, realizar trabajos esporádicos que, además de unos ingresos, servirán para mantener abierta la red de contactos.
Es un error pensar que los problemas por estar en paro se reducen a la pérdida de ingresos e intentar paliarlo con la ampliación de la cobertura del subsidio por desempleo.  Se necesita también ser reconocido por nuestro entorno, disponer de un lugar en la sociedad, niveles adecuados de autoestima para poder funcionar como persona, realizar unas actividades que los otros reconozcan y valoren y, sobre todo, la percepción de  tener suficiente apoyo por parte del entorno.
Fuente: http://www.ayuda-psicologia.org
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5 neuromitos completamente falsos

La Neuropsicología es una disciplina apasionante pero muy compleja, un caldo de cultivo ideal para los mitos, sobre todo cuando se pretenden popularizar sus descubrimientos. Por eso, en los últimos años se han instaurado una serie de mitos que incluso han permeado la educación. Vamos a desvelar cuánto hay de cierto (o falso) en ellos.

1. Solo usamos el 10% de nuestro cerebro
Los orígenes de este mito se pierden en el tiempo, incluso hay quienes lo achacan a Albert Einstein, aunque es más probable que haya surgido a raíz de una investigación que se realizó a finales del siglo XIX en la que se concluía que solo un 10% de las neuronas se «encienden» en un momento determinado. De cualquier manera, es probable que esta idea haya surgido y cobrado fuerza porque nos agrada pensar que aún tenemos potencialidades increíbles, ocultas en ese 90% del cerebro que aún no hemos utilizado.
Sin embargo, lo cierto es que ninguna de las pruebas neurológicas desarrolladas hasta el momento ha indicado que usamos solo el 10% de nuestro cerebro. En ninguna de estas pruebas se han apreciado zonas completamente apagadas sino todo lo contrario. Además, en el caso particular de las neuronas, estas funcionan integrándose en redes mayores que, de una forma u otra, están interconectadas. Por tanto, lo más probable es que usemos el 90% de nuestro cerebro y nos quede un 10% restante por descubrir o desarrollar.
2. Hay personas en las que predomina el hemisferio derecho y en otras el izquierdo

Se trata de un mito muy extendido en el ámbito de la educación. De hecho, incluso se habla de dos estilos de aprendizaje bien diferenciados en dependencia del cerebro dominante. Según esta teoría, las personas que utilizan más el hemisferio derecho serían más creativas, mientras que aquellas en las que predomina el hemisferio izquierdo serían más lógicas y analíticas.
Sin embargo, un estudio realizado en la Universidad de Utah analizó a más de 1.000 personas y no halló rastros de esta diferenciación. A los participantes se les pidió que intentasen dejar la mente en blanco durante 5-10 minutos, mientras escaneaban sus cerebros. En teoría, si uno de los dos hemisferios era dominante, debía mostrar una actividad mayor. Los neurocientíficos no notaron ninguna activación especial.
3. Menos glucosa equivale a menos capacidad atencional
Se conoce que el principal carburante de nuestro cerebro es la glucosa, razón por la cual, durante muchos años se han relacionado los niveles de glucosa con la atención. De hecho, incluso hay quienes afirman que existe una correlación entre el consumo de azúcar y el TDAH.
Sin embargo, los experimentos más recientes indican que la glucosa influye sobre nuestro comportamiento pero no incide sobre nuestra capacidad para concentrarnos sino que nos hace tomar decisiones de manera más rápida, decantándonos por aquellas soluciones que reporten una gratificación inmediata. En práctica, los bajos niveles de glucosa no afectan nuestra atención sino nuestra capacidad de razonamiento a largo plazo, sobre todo cuando necesitamos medir las consecuencias de nuestros actos.
4. El daño cerebral es permanente
Hace tan solo unos años los neurólogos pensaban que las neuronas mueren y no se regeneran. Sin embargo, ahora se conoce que existe la neurogénesis; es decir, nuevas neuronas pueden ocupar el puesto de aquellas que han muerto, aunque se trata de un proceso muy lento, mucho más que la regeneración del resto de las células de nuestro organismo.
Aún así, el cerebro es nuestro órgano más flexible y goza de una gran plasticidad. El hecho de que exista un daño cerebral no implica que sus secuelas sean permanentes. De hecho, determinadas áreas del cerebro pueden llegar a asumir las funciones de aquellas que se han dañado, sobre todo cuando el daño ha ocurrido en etapas tempranas de la vida. No podemos olvidar que hay personas que llevan una vida normal y cuentan tan solo con la mitad del cerebro (cuando el daño se produce en los primeros años, el hemisferio que queda asume muchas de las funciones del hemisferio dañado).
5. Existe un periodo crítico para el aprendizaje, fuera del cual, el cerebro no se desarrolla
Durante muchos años se ha pensado que existen periodos críticos para el aprendizaje, sobre todo los tres primeros años de la vida. Por consiguiente, si el niño no recibe la estimulación adecuada, después no podrá desarrollar determinadas habilidades. Sin embargo, esta teoría proviene de un estudio realizado en ratas, en el cual se apreció que cuando estas crecían en una jaula rica en estímulos, desarrollaban un 25% más de sinapsis.
No obstante, ahora los neurocientíficos afirman que, aunque existen periodos críticos para la adquisición de algunas funciones, como la visión y la audición, la mayoría de nuestras habilidades se pueden desarrollar a lo largo de la vida y no están limitadas a un periodo concreto. Por eso, en vez de hablar de periodos críticos muchos prefieren hacer referencia a periodos sensibles, una ventana de desarrollo más amplia que comprende el concepto de aprendizaje a lo largo de toda la vida.
 Fuente: http://www.rinconpsicologia.com
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El estilo de conducción revela nuestro carácter

Cada cual tiene un estilo al volante, pero los hábitos con el coche evidencian, en parte, el carácter del usuario. HTM Boxes, firma especializada en bricolaje del automóvil, ha clasificado en cinco tipos los conductores más habituales:

Conductor ‘play station’: ha nacido para conducir, la carretera es su hábitat. Cuando se adentra en ella se transforma y se convierte en un ‘Alonso’ cualquiera. Practica volantazos con decisión, traza curvas cerradas, frena con brusquedad… Si se tienen problemas de mareos a bordo, mejor no subirse con uno de ellos.

Conductor ‘yo soy el rey’: uno de los más molestos. No toma en consideración a los demás, piensa que circula solo. Suele circular por el carril de adelantamiento de forma lenta y no le gusta avisar de sus maniobras, hay que interpretar lo que va a hacer. Suele parar sin señalizar.

– Conductor temeroso: el miedo excesivo es su peor enemigo. Supera cada maniobra como una hazaña. Su velocidad siempre es más lenta de lo que permite la vía. Su peor momento en la carretera es una incorporación; tardará horas. En algunos casos tiene qué ver con la amaxofobia.

– Conductor quejica: el cláxon es su amigo inseparable. Ante cualquier situación qse eterniza más de lo necesario, no duda en «alzar su voz» pitando y, si fuera suficiente, grita, realiza aspavientos e increpa sin dudarlo. Es de los que se pegan al coche de delante en el carril de adelantamiento, pues los demás siempre son lentos para él.

– Conductor modelo: no son muchos, por lo que es raro encontrarlos. Estudia todo a conciencia y lo lleva a la práctica. Siempre deja pasar a aquellos que lo tengan complicado, en la medida de lo posible agiliza la circulación y, por supuesto, circula por el carril que corresponde en todo momento.

Fuente: http://www.abc.es/

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Cómo calmar la ansiedad en el trabajo

Si sufres de ansiedad, es probable que una de las principales causas que la originan o acentúan se encuentre en el trabajo. El día a día puede llegar a ser muy estresante, sobre todo para una persona que ya es ansiosa de por sí. Sin embargo, dejar que la ansiedad se acumule es contraproducente, cuando estés en el trabajo y sientas que una situación te desborda, debes hacer un alto para calmar esa ansiedad porque de lo contrario terminarás explotando o sumamente agotado.

¿Cómo calmar la ansiedad rápidamente?

1. Respira despacio. Cuando nos sentimos ansiosos comenzamos a respirar de manera más rápida y entrecortada. Se trata de una reacción normal porque nuestro cerebro percibe que la situación que estamos atravesando es potencialmente peligrosa y activa el sistema vegetativo para que responda como si estuviéramos corriendo un riesgo real. Por eso, retomar el control de tu respiración te ayudará a calmar la ansiedad ya que equivale a decirle a tu cerebro que ha sido una falsa alarma. Poco a poco todo volverá a la normalidad. Toma un gran respiro, reténlo y después expúlsalo lentamente. Repite este ejercicio durante cinco minutos. O puedes poner en práctica la respiración diafragmática.

2. Repite un mantra reafirmante. La mayoría de las veces la ansiedad no está causada por las situaciones en sí mismas sino por la interpretación que hacemos de estas y, sobre todo, por los pensamientos rumiativos que estas generan. Este tipo de pensamientos amplifican las consecuencias de la ansiedad y te paralizan por lo que es imprescindible que les pongas coto. Ni siquiera es necesario que pienses en cuáles son estas creencias, tan solo elige un mantra que te reporte paz y tranquilidad. Como puede ser: “se trata de algo pasajero, pasará pronto”, “voy a estar bien”, “ahora me voy a relajar y me sentiré más tranquilo”. Elige la frase que más te reconforte.

3. Muévete. En ocasiones la mejor manera para calmar la ansiedad consiste en alejarse de la situación que la genera. En este caso, puedes levantarte y salir de la oficina. Lo ideal es que des un paseo de unos 10 o 15 minutos, preferentemente en alguna zona verde porque la naturaleza tiene un enorme poder relajante. Otra alternativa consiste en acudir a un sitio tranquilo donde puedas sentarte con calma y recuperar la concentración. Si no puedes moverte del puesto de trabajo, otra alternativa consiste en contraer y relajar los grandes grupos musculares durante 5 minutos, este simple y eficaz ejercicio te devolverá la confianza.

4. Divide la tarea en pequeños lapsus de tiempo. La mayoría de las personas que se sienten ansiosas en el trabajo escudriñan constantemente el reloj para saber si les dará tiempo a terminar la tarea, lo cual, obviamente, solo sirve para añadir más tensión. En vez de entrar en pánico, calcula el tiempo que tienes a tu disposición y, si es necesario, divide la actividad en pequeñas microtareas y asígnales un tiempo. De esta forma, cada vez que termines una parte del proyecto, te sentirás satisfecho, comprenderás que puedes terminar la actividad y podrás calmar la ansiedad.

5. Habla con alguien. El simple hecho de hablar tiene un efecto catártico de por sí. Por eso, si tienes un buen amigo en la oficina, no dudes en pedirle unos minutos de su tiempo para comentarle cómo te sientes. También puedes telefonear rápidamente a tu pareja para contarle lo que te sucede. Hablar sobre nuestras preocupaciones y emociones nos libera, lo cual disminuye automáticamente los niveles de ansiedad y nos permite adoptar una postura más objetiva.

 

Fuente: http://www.rinconpsicologia.com